viernes, 7 de febrero de 2014

Betis 2 Español 0


Betis 2 Espanyol 0 por acosart
El Betis vuelve a creer. Rubén Castro es dogma de fe y la salvación, con el delantero canario en forma, es posible. Dos goles suyos firmaron la victoria verdiblanca, tres meses y quince jornadas después, y devolvieron la sonrisa al Benito Villamarín. El Espanyol se rindió al olfato de la figura verdiblanca, que parece haber despertado de su letargo. Las lesiones y su bajo rendimiento en su regreso fueron el objetivo de los más críticos. Como suele ocurrir en momentos dramáticos y difíciles, las grandes figuras son el blanco fácil de cualquier ataque. De este modo, Rubén Castro era uno de los principales culpables de la crisis verdiblanca. Así se veía en un buen sector de la grada del Villamarín. Pero Rubén Castro ha vuelto. Y con él, los pronósticos más optimistas de la afición del Betis. Su oportunismo y su pegada fueron de lo poco destacado en un triste partido. El dibujo táctico de ambos equipos estaba destinado a no perder. El Espanyol salió con lo de casi siempre e hizo lo habitual en el conjunto de Javier Aguirre. Buen trato del balón, ritmo lento y poca capacidad de sorpresa. Ser tan previsible le ha pasado factura últimamente y en Sevilla el importe de la nota fue de los que hacen daño al bolsillo de puntos. anapixel Quiza de ahí su posición en la tabla. Está en zona de nadie. Nada especial. Y eso es lo que precisamente suele hacer en sus partidos. No juega mal pero tampoco bien. No comete errores defensivos pero tampoco asusta en ataque. Y así pasó por el Benito Villamarín. N'Diaye corta la sangría El Betis comenzó mal. Calderón quiso detener la sangría defensiva y aprovechó la llegada de N'Diaye para construir un muro defensivo en torno a la roca francesa. Su debut fue otra gran noticia para los andaluces. Y bajo esa solidez defensiva empezó a crecer el Betis en el partido. Un crecimiento exponencial hasta el punto de merecer abrir el marcador. El gol, como casi siempre, lo encontró Rubén Castro. El canario pasaba por allí cuando un disparo de Lolo Reyes se estrelló en el palo. Poco después fue el delantero quien buscó a su amigo inseparable. En una contra sacó un duro disparo raso que superó la reacción de Casilla. Y ahí murió el partido. Y ahí resurgió Rubén Castro, y en consecuencia, el Betis de Calderón. (Marca)