domingo, 12 de febrero de 2012

Betis 2 Bilbao 1


Betis 2 Athletic 1 por acosart

Ya sabíamos que el fútbol es como la vida misma, pero la frase se cumplió a rajatabla en el Villamarín. La vida siempre da segundas oportunidades y se la dio a Nelson, que jugó este sábado con la camiseta del Betis dos años después. Se lesionó de gravedad cuando jugaba en Osasuna y fue acusado de chivato al inicio de este campeonato. Adelantó la alineación bética a sus amigos rojillos y fue castigado por ello. Tiempo después, demostró que está con el Betis. Un gol suyo en el último suspiro fue el que acabó con el Athletic.
La muerte anunciada del equipo de Bielsa fue en el 91'. Pudo ser mucho antes, pero no ocurrió hasta que un balón se quedó buscando dueño en la frontal y apareció Nelson, que disparó con el alma pidiendo perdón al Betis y diciéndole que hará lo que sea por ese escudo. No llegó Iraizoz, no lo hubiese hecho ni midiendo el doble, y los rojiblancos se quedaron sin nada. Nelson casi lloró. El fútbol le dio lo que se mereció como el Betis, ser feliz.
Los de Mel ganaron la final porque fueron mejores que un Athletic que perdió uñas con la expulsión de Javi Martínez en el 64', que vio la segunda amarilla por no dejar progresar a Pereira. Su despedida del campo supuso la despedida de su equipo.
El león, cazado En el Villamarín se jugó al fútbol de verdad, con la cabeza bien alta y sin miedo al qué dirán. El mensaje, muy claro, se mandó desde el principio y pocos respiros hubo en el encuentro. No los permitió Montero, revolucionario, y tampoco Rubén Castro, autor del primer gol a los 10 minutos. El Betis lo hizo con precisión, con rapidez y el canario definió con mucha clase, engañando con esa rosca que juega con la pelota y los porteros.
El Athletic respondió a balón parado, especialidad marca de la casa. Javi Martínez empató con la cabeza en un córner. Ni saltó. Es demasiado grande como para eso. El 1-1 no calló al Betis, que volvió y volvió a la carga y se topó con Iraizoz y dos veces con el larguero, la segunda vez ya tras el descanso, cuando San José entró por el tocado Iñigo Pérez.
Los leones soltaban las zarpas, pero acabaron metidos en la jaula defendiéndose con uno menos. Se resistieron a ser cazados, pero allí estaba Nelson para ser más bético que nadie. (Marca)

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