Real Betis 3-0 Real Valladolid 27/11/2012 por Litaluca
Ha habido que esperar más de un año pero ha merecido la pena. Álvaro Vadillo volvió a jugar un partido oficial con el Betis y las sensaciones no pudieron ser mejores. El canterano desequilibró la eliminatoria fabricando dos de los tres tantos verdiblancos. Al gol de Amaya le siguieron las internadas del chaval, finalizadas por Rubén Castro y Rueda (en propia puerta). El Villamarín entero levantó su copa y brindó por el regreso de la mayor promesa verdiblanca del momento.
Hasta entonces el interés del partido había sido mínimo. Un Betis desorientado frente a un Valladolid demasiado conformista. Poco fútbol y minutos más que discretos hasta la entrada del joven talento gaditano. Con los menos habituales y con muy poquitas ganas de levantar el choque entró el Betis al Villamarín. Sin titulares también y con ganas de especular apareció el equipo de Djukic.
En espejismo quedó la ambición inicial del equipo pucelano. Salió dispuesto a dominar, a resguardarse del factor ambiental en torno al balón. Y le funcionó casi media hora. Hasta que un error en cadena a balón parado permitió a Amaya equilibrar la eliminatoria. Condescendiente Javi Guerra en la marca y despistado Jaime, parapetado bajo su portería en un cabezazo efectuado en el área pequeña.
Ahí desapareció el Valladolid y creció el Betis. Sin grandes alardes pero con la noble intención de atacar, el equipo de Mel no encontraba el camino de la tranquilidad. Se movió el banquillo para buscar soluciones y Beñat entró en escena. El redoble de tambor es escuchó, sin embargo, cuando Álvaro Vadillo entró en el minuto 61. Atrás quedaba un calvario de un año para una de las grandes promesas del fútbol español.
La mejor versión de Vadillo
Y un minuto tardó en disipar las dudas sobre las condiciones en las que regresaba. Se convirtió en un puñal y en su primera toma de contacto con el balón asestó el primer golpe letal. Rubén Castro se encargó del resto. Fue entonces cuando Djukic despertó y optó por buscar la reacción con Omar y Lolo. Leve mejoría que acabó por destrozar Vadillo en su siguiente galopada por la izquierda. Esta vez sería Rueda el desafortunado finalizador.
Le bastó media hora de partido para levantar al Villamarín. Su sonrisa al final del partido era el gesto unánime de la grada verdiblanca. Y es que el fútbol, aunque no lo parezca, a veces es justo. Nadie lo merecía más que Vadillo. (Marca)