Valladolid 0 Betis 1

Valladolid 0 Betis 1 por acosart

El fútbol es demasiado cruel en algunas ocasiones y sobre el césped del José Zorrilla, castigó a un Valladolid que ha tratado de cuidarlo en lo que llevamos de campeonato. La pelota no correspondió el buen trato que le ha brindado el club pucelano y humilló a los chicos de Djukic como más duele. En el último suspiro, después de volcarse sobre el campo rival y tras un error garrafal de Jaime y Marc Valiente, la redonda noqueó a los blanquivioletas por medio de Rubén Castro. El canario fue listo, no perdió la fe hasta el final de la jugada y se tuvo que frotar los ojos cuando el portero no atrapó un sencillo balón y el central se preocupó más de protestar al línea que de seguir la acción y evitar sorpresas. La jugada fatídica para los locales ocurrió en el último minuto y los béticos no dudaron en aceptar el regalo en forma de tres puntos. Hasta entonces, el Valladolid había demostrado que no será fácil ganar en el estadio José Zorrilla a lo largo del campeonato y que no dará la espalda al fútbol que les llevó hasta lo más alto del fútbol español. Los chicos de Djukic ganaron la batalla del centro del campo a los de Pepe Mel. El choque fue duro, con jugadores que imponen el toque a la garra en la mayoría de las ocasiones y que rara vez perdieron la cara al encuentro. Finalmente, Víctor Pérez, Álvaro Rubio y Óscar se impusieron a un Beñat que dejó detalles de su calidad y permitió que Agra, Nono y Jorge Molina crearan peligro por las bandas. A los tres les faltó precisión. Paulao frenó a Javi Guerra El mismo mal tuvieron los vallisoletanos en los últimos metros. Estuvieron faltos de acierto. La banda derecha generaba superioridades constantemente con Ebert y Ruckavina, dos grandes aciertos del mercado veraniego, Omar complicó mucho las cosas a Nelson por la izquierda y Javi Guerra, pese a sus acertados movimientos fuera del área, se topó en los metros finales con Paulao. Finalmente, el Valladolid se queda con la cara de tonto tras haber merecido más y el Betis con la alegría de haber ganado un partido que había visto en peligro en varias ocasiones. (Marca)