lunes, 25 de octubre de 2010

Salamanca 0 Betis 3


Hay situaciones que ponen en cuestión el orden general de las cosas, que no se alcanzan a comprender porque no responden a términos de justicia u oportunidad. Los presentes en El Helmántico compartieron una de esas mañanas en las que uno se siente extremadamente afortunado por unas horas. Miguel García, jugador del Salamanca, cayó sin aviso sobre el césped como noqueado por un golpe de viento. Dejó de importar todo. Cada cual se palpó la chaqueta dando gracias por seguir con vida, como el futbolista se tocaba la cara cuando ya consciente abandonó el estadio.

Apenas se había cumplido un cuarto de hora desde que el partido había vuelto del descanso. El Betis vencía 0-2 y el juego había entrado en una fase indefinida. Fue entonces cuando Miguel García (31 años) se desplomó en el centro del campo. En apenas 10 segundos aparecieron las estrellas del partido. Los doctores José Ignacio Garrido (Salamanca) y Tomás Calero (Betis) salvaron in situ la vida del futbolista, que llegó a entrar en parada cardíaca.

Mientras el jugador viajó camino del Clínico Universitario, el juego continuó antes siquiera de que sus compañeros pudieran secarse las lágrimas. Lo que vino después le importó a pocos. El Salamanca respondió con coraje a las circunstancias, pero se abandonó definitivamente cuando Emaná marcó el tercero a cinco minutos del final.

Resuelto en veinte minutos
En duelo había quedado resuelto en la primera mitad. El Salamanca abusó de la posesión en vano. El Betis condensó sus ataques y aplicó contundencia. Los de Pepe Mel resolvieron en dos minutos, entre el 20 y el 22, tiempo en el que gozó de superioridad numérica mientras Héctor Yuste clamaba al árbitro su reingreso al campo tras ser atendido en la banda. Rubén Castro y Emaná firmaron los goles.

El Betis ocupará la primera plaza durante la próxima semana en una categoría en la que el liderato cambia el carácter. El Salamanca se mantiene con mérito en promoción de ascenso. Su verdadero ánimo son esas noticias optimistas que llegan desde el hospital. Hablan de calma. Escribo, y aún me palpo la chaqueta.
(Diario Marca)

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